martes, 18 de enero de 2011

Resumen de los campamentos del 2010

Durante el verano del 2010 tuvieron lugar nuevamente los campamentos medioambientales del FAPAS (www.fapas.es) en el Albergue Vega de Hórreo (foto).
Participantes venidos de muy diversos rincones de España y de todas las edades (de 8 a 60 años) en distintos turnos de 11 días para los pequeños y una semana para los adultos, pudieron disfrutar nuevamente de la naturaleza asturiana.
Sin duda, se trata de una forma de contactar con la naturaleza tranquila de este rincón desconocido de Asturias; altas cumbres, ríos limpios, bosques, pueblos de montaña... Una oportunidad para que niños, jóvenes y adultos, la mayoría procedentes de grandes ciudades, puedan tomar nota del pulso de la naturaleza y del medio rural, hacer amigos con las mismas aficiones y conocer con detalle la vida de la fauna, sus rastros y los problemas de conservación de especies como el oso pardo, el lobo o el urogallo. Todo ello aderezado con aventuras como descensos en canoas, ascensiones a cumbres, vivac, amaneceres, anocheceres para escuchar los aullidos del lobo...

 Aldea de Vega de Hórreo, con el albergue en primer término.
En los campamentos medioambientales del FAPAS en el Albergue Vega de Hórreo participan monitores especializados en educación ambiental, en el estudio del oso pardo y del lobo en la Cordillera Cantábrica, con muchos años de experiencia en el seno de organizaciones medioambientales como FAPAS y GECA (www.grupoazor.info). Así, han diseñado recorridos por los bosques de robles y hayas, por las cumbres, por los fondos del valle, etc. al objeto de dar a conocer a los participantes los distintos ecosistemas por donde se mueven los osos.
Para los aficionados a la montaña, a la naturaleza, estudiantes de biología, forestales, ambientales... les resultará muy interesante participar en el turno de adultos, normalmente celebrado en la última semana de Agosto. Se forman grupos muy interesantes por compartir la afición por la fauna y la vida en la naturaleza.
La observación de la naturaleza, los rastros de la fauna, etc. son las principales actividades de estos campamentos. Los participantes siempre vienen dotados de prismáticos, telescopios, cámaras fotográficas y paciencia suficiente como para disfrutar de la observación de las laderas en busca de corzos, jabalís, águilas, o incluso lobos y osos.

 Los amaneceres, con el mar de niebla cubriendo los profundos valles, son una de las actividades a las que se apuntan voluntariamente la mayoría de participantes, al objeto de poder ver fauna al amanecer y sobre todo, la experiencia de ver salir el sol en la alta montaña; pasar de la oscuridad, el silencio sólo roto por el ulular de los búhos y el techo de estrellas, a la luz amarillenta del disco solar saliendo tras la montaña mientras en el valle las nieblas recuerdan casi a un fiordo. De repente el ladrido de un corzo sorprende a los jóvenes que, en silencio y con prismáticos y telescopios barren las laderas en busca del lobo, pues habíamos visto ya sus huellas y excrementos en el camino. La experiencia quedará para siempre imborrable en sus retinas.